viernes, 10 de septiembre de 2010

Summer ends!

Ya queda poco de esos tres meses que esperas durante todo un año y luego se te hacen cortísimos, y además, nunca terminas todo lo que habías empezado. Verano.  

Ese tiempo en el que pasas calor, pero te gusta. En el que te bañas en la piscina y puedes dormir hasta las dos de la tarde. En el que te enamoras, en el que ves una película y te comes una, dos o incluso tres bolsas de palomitas. Ese tiempo en que estás más en la calle que en tu propia casa, y cuando tus padres te dicen: "esta tarde no sales", tú vas y les dices: "Pero si es verano... y tengo que disfrutarlo". Y sales pitando de allí antes de que sus voces alcancen a tus oídos diciendo que no vas a ninguna parte. Comes helados, no importa dónde ni con quién. Esos tres meses en los que quieres irte de viaje a cualquier parte, y en los que aprovechas para ver a amigos que hace mucho que no visitas, o lejanos. Familia, cumpleaños, grandes barbacoas, santos, felicitaciones por las buenas notas (o broncas por las malas)... Tiempo en el que conoces a muchísimas personas, sales con otra clase de gente, te haces amigos de unos y te peleas con otros. Discutes y ríes, lloras tú sola o con tu mejor amiga, gritas por la calle, corres, saltas y haces locuras. Te enteras de cosas muy fuertes tras dos semanas de vacaciones, echas de menos a gente (quizá más de lo que quisieras), tomas el sol, miras al cielo, te pones gafas de sol y sonríes... Te pasas horas y horas hablando por teléfono, te quedas alguna que otra tarde con tus primas pequeñas, te hinchas a hacer fotografías, vas a conciertos y sudas como el que más tras haber hecho una cola de siete horas... 

Qué bonito verano. Hasta el año que viene, querido. Te echaré de menos.



martes, 7 de septiembre de 2010

La vida sin más.



El vivir sin tener que preguntar porqué ya no estás, el porqué de que un amigo se fue, el porqué de la gente que muere sin razón. El vivir, con el destino a ser feliz. Con esa casualidad, que haga que todo sea mejor. El vivir sin criticar a la gente, por como vaya vestida, o por que no nos gusta su aspecto. El vivir escuchando música constantemente, y no ruido. El despertar con el canto de los pájaros, asomarte por la ventana y ver nubes en un cielo azul, y un sol enorme encima que significa que son las 12.00 de la mañana, y que estás dormido sin preocuparte por el instituto. El vivir libre, sin miedo a que nadie te juzgue y señale por la calle, sin ocultar nada.Somos lo que somos... 


¿y para qué mentir?




lunes, 6 de septiembre de 2010

Now...

¡Hola! :)
Pues como podéis comprobar estoy empezando en esto. Es mi primer blog, y la verdad no estoy muy convencida de hacerlo. Voy simplemente, a probar. Lo hago con la intención de conocer lo que quiero yo misma, no me preguntéis, que ni si quiera yo lo sé.

Pues bien, esta soy yo. 
Esa insegura niña de 15 años que se equivoca millones de veces e intenta solucionarlo y no volver a tropezar con la misma piedra. Esa que sonríe aunque su vida vaya de culo y cuesta abajo, sí, esa.
Me considero una persona feliz, pase lo que pase. Siempre. Mi alegría no me la quita cualquiera, y si algún día alguien me ve sin enseñar mis dientes imperfectos en mi cara, quiere decir que algo grave sucede o pasa por mi cabecita.
Mi felicidad, mi estado de ánimo siempre fue positivo a pesar de los seis largos años que me he podido tirar queriendo a una persona sin parar, y en los que podría haber dado hasta la vida por ser feliz junto a él. A partir de ese día en el que me dio curiosidad por saber qué se sentía en el amor y empecé a experimentarlo, todo se ha hecho más difícil. Pero mi problema no fue ese amor... Para nada, aunque debo admitir que lo pasé bastante mal. 
Mi "pequeño gran problema" (como yo le llamo), es él. Él es como una especie de humo constante, que me molesta. El que siempre está ahí a tu lado, y su olor queda impregnado en mi ropa. Según yo y mis teorías de sentimientos hacia él, ya no siento nada. Pero supongo que es el recuerdo lo que más duele. Es lo único que tengo a mi completo alcance. Y no sé porqué, preguntádselo a mi memoria traicionera, que solamente se acuerda de lo que quiere y en el momento más inoportuno, le sigo recordando como si toda la historia hubiese sucedido en una milésima de segundo de ayer. Ya ni si quiera me duelen esos recuerdos, creo que me he construido una propia coraza... Ya me río de ellos. Ya no siento nada. Pero siento que aunque no le quiero, aún siento algo. Quizá me esté volviendo loca, o quizá me he enamorado de una persona que no existe... Después de leer esto, ¿entendéis que no tenga ni idea de lo que quiero?
Ni si quiera sé lo que siento...